I
Cierra los ojos en la oscuridad
y el día dormita está cansado
Abre las manos y encuentra huellas
Un hilito de luz roja
escurre de la boca del sueño
II
Mira al tiempo enamorar a las flores
En la tumba de Baudelaire
alguien reventó en cantos y lluvias
La sombra de los minutos partió
III
Es un aquelarre de blancuras
En su histeria de sonidos
muere un poeta cualquiera
Se desgarra de gritos la ninfómana
Ensordece el Cristo
Nace la época de crisantemos
cubiertos de amarga luz
Agua de cenotes y sórdidos valles
en sus lágrimas de espejo
IV
Es el cadáver que golpea
a las espaldas del pintor
Un trazo un color
que nunca se mezcla
Su arte nace de muerte para nunca nacer
Su mirada
—lienzo de horrores y un querubín—
es la cascada de la lucidez
un tacto de canarios
bajo el sauce pajizo seco
como arroyo que nunca
se cansó de las piedras
V
Mira a la miope de reojo
Qué palabra escurre de su mano
cuando su perfume
apenas toca la nariz
de otro miope
La lengua se quema
cuando de mi boca
brota un alcatraz un silencio límpido
La vida es prisionera del frío mármol
bajo sus pies